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Archivo de Marzo de 2007

¿Agobiados por la tecnología?

Viernes, 23 de Marzo de 2007

Atraído por el morbo de esta pregunta con la que titulaba el diario El País de 28 de febrero pasado un breve reportaje, decidí leerlo para ver a qué agobio se refería su autora, Patricia F. de Lis. Empezaba diciendo que, según una encuesta de la consultora Weber Shandwick, 3 de cada 4 europeos opinan que la tecnología cambia tan rápidamente que les resulta imposible asumir esos cambios. “La continua aceleración de los cambios tecnológicos está agotando a los consumidores europeos. Teléfonos móviles con música, reproductores musicales con teléfono, GPS para bicicletas que miden las calorías consumidas… es demasiada tecnología para ser absorbida”.

Lo que quieren los encuestados es que los productos duren y sean fiables (76%) y que sean fáciles de usar (67%). Lo que dan los fabricantes son cada vez más prestaciones”. Según la encuesta, 2 de cada 10 encuestados se sienten “sobrepasados” y “aburridos” por esos cambios y sólo el 8% utiliza todas las características de sus dispositivos. 

¿Aburridos? ¡Y a mí que todo esto que leía en El País me sonaba a “dejà vu”, como dicen los cultiparlantes! Vagos recuerdos me hacían sospechar que no solamente a algo ya visto, sino incluso ya escrito, y por mí mismo, así que busco entre mis archivos y me encuentro con esta joya del Tedio Tecnológico, ni más ni menos que del año 1992. Parece que conceptualmente no avanzamos mucho, deduzco, porque ya entonces me refería yo a que “en los países desarrollados empieza a cristalizar un difuso sentimiento colectivo de hartura y tedio” y “al desequilibrio profundo de la diferencia de ritmos entre la tasa abastecedora de novedades de la industria tecnológica y la tasa de receptividad psicosocial”. O sea, en palabras anticipadas, lo mismo que cuantifica la encuesta de estos días arriba citada.  

Me imagino que el lector sabe que de estas dificultades no se habla nunca en periódicos y revistas dedicadas a la tecnología. Debe de ser un asunto secreto o tabú. Este bloguero neófito, actualizando el rollo de hace ya casi 15 años, acaba de redactar un largo artículo, titulado “Contextualización sociotécnica de la Web 2.0”, de pronta aparición en un libro de la Fundación Orange, en donde, a propósito de las extraordinarias prestaciones ofrecidas por los fabricantes, ya en el marco de la Red Universal Digital y del Nuevo Entorno Tecnosocial, escribe las siguientes inquietantes palabras: “La hipermultifuncionalidad instrumental potencialmente disponible acaba resultando superflua cuando es subexplotada por el usuario, tiende entonces a convertirse en hipofuncionalidad y queda inédita, invisible”. 

Hombre, lo de la subexplotación e hipofuncionalidad va a ser, expresado en términos academicistas, algo parecido a lo del 8% de la encuesta de la Weber Shandwick. Y dejo de escribir, a ver si saco unos cuantos ratos para ir leyendo las 170 páginas de la guía de uso de un coche de gama media-baja que me compré hace 4 meses. En la primera página la guía me dedica un mensaje lleno de optimismo y posibilidades, casi poético: “Esta guía de utilización ha sido concebida para que disfrute plenamente de su Modelo X (nombre figurado) en todas sus situaciones de vida”. Precisamente, una de esas situaciones se me ha presentado esta mañana y la verdad es que actuando por ensayo y error no supe cómo cambiar la hora del reloj. Ah, se me olvidaba, también tengo que procurarme otros ratos a ver si leyendo -¿o habría que decir descifrando?- las 35 páginas del manual de una cámara digital muy básica, que me regaló el banco por navidades, me entero de los arcanos ocultos en sus múltiples menús, botoncitos y oquedades tecnológicas.