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La informática nubosa se incorpora a la galaxia de lo inmaterial

Por diversos motivos, observar el desarrollo y expansión del soft computing y del cloud computing ha provocado en mis decadentes redes neuronales una activación inesperada de interconexiones conceptuales, que intentaré resumir en este blog, que por algo es misceláneo.

Entre otras impresiones, extrae de mi memoria la propuesta, tantas veces utilizada por mí, de las tres revoluciones de la información debida a Herbert Simon, uno de los padres de la Inteligencia Artificial, psicólogo, además de premio Nobel de Economía: 1) El lenguaje escrito (cuarto milenio antes de Cristo); 2) El libro impreso (mediados del siglo XV), que dio lugar a la galaxia Gutenberg; y c) Las tecnologías de la información (iniciadas básicamente en el siglo XIX), revolución generadora de la que podemos llamar galaxia de lo inmaterial. Siguiendo este modelo simoniano de eras revolucionarias, un servidor se ha permitido sugerir que procesos técnicos de cambio vertiginosamente exponencial han dado lugar a una cuarta etapa revolucionaria , generada por el progreso de la anterior, de consecuencias que no somos capaces de comprender del todo. Esta incapacidad ya la resaltaba en mis escritos de hace tiempo, cuando subrayaba la desproporción entre “el ritmo sobreacelerado de la tecnología en general frente a los cambios mucho más lentos de nuestra evolución biológica, cultural y social”. Este tremendo ritmo y poder funcional de la infotecnología, compuesta internamente por una complejidad en aumento, en gran parte inasequible para los infociudadanos, potencia la infotecnocracia del Nuevo Entorno Tecnosocial en el que vivimos.

La galaxia Gutenberg -es decir, los libros y documentos de papel- está todavía ahí, pero la intensa digitalización debida a esta cuarta revolución la está haciendo desaparecer. Véase, si no, cómo se está programando el que las aulas y los libros de texto se digitalicen, es decir, que pasen a la galaxia de lo inmaterial. Y eso no es todo, las Humanidades Digitales empiezan a ocupar un territorio educativo y cultural, como muestra este manifiesto de la Universidad UCLA.

Precisamente, por estos días, con motivo de la celebración de los 40 años de los inicios de Internet, Leonard Kleinrock, quien el 2 de septiembre de 1969  fue capaz de conectar dos ordenadores en red y hacer transferencia de ficheros entre estas terminales y por tanto es precursor de Internet, empezando primero por la fase de Arpanet, manifestó su permanente estupefacción acerca de las múltiples aplicaciones internéticas, de las transformaciones sociales producidas por Internet y de su inmenso éxito, entonces y todavía inimaginables para él. Aplicaciones y cambios que, a mi entender, pertenecen al área de la cuarta revolución de la información, como también el soft computing y el cloud computing, en principio.

Estas consideraciones, tanto las de Leonard como las propias, me han llevado a otra interconexión conceptual, en este caso, con las propuestas de Bauman de una vida y sociedad líquidas. Transcribo: “El sociólogo Zygmunt Bauman es el autor del concepto «modernidad líquida» para definir el estado fluido y volátil de la actual sociedad, sin valores demasiado sólidos, en la que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios ha debilitado los vínculos humanos. Lo que antes eran nexos potentes ahora se han convertido en lazos provisionales y frágiles”.

Adjetivos como ´fluido´ y ´volátil´ me recuerdan a ´líquido´, ´blando´ y ´nuboso´, siendo los dos últimos las traducciones fáciles de soft (soft computing) y de cloud (cloud computing). A ver si toda esta avanzada tecnología va a darle la razón a Z. Bauman y en este mundo complejo e incierto en lugar de avanzar hacia una Sociedad del Conocimiento más bien tendamos a construir una sociedad líquida. No puede negarse: pese al significado literal de estos adjetivos, el progreso tecnológico actual impulsa cambios sociales revestidos de complejidad pura y dura.

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